Desilusión de cuatro sentidos

El quinto se quedó durmiendo, y esperó a que lo despertasen para comenzar a romper su entorno. Así fue que ya no oyó, ya no escuchó, no olió, ni distingió más gustos... ahora sólo siente con sus manos lo que el tiempo le ofrece, y lo disfruta en carne propia.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Ello vs. Superyó

La batalla entre ello y superyó
Disputan entre tantas cosas:
“Quién será el elegido para nuestro universo interior”
¿Quién dominará este pensamiento?

Y se olvidan que yo también quiero ser
Ni Superyó ni Ello se acuerdan de escucharme

Cuando Ello habla, Superyó lo manda al rincón
Y así, callado, Ello se escapa y escupe alrededor

Pero quiero ser yo, no más conflictos internos
Quiero ser yo, ser nada más que todo esto
Y se olvidan que yo también quiero ser
Ni Superyó ni Ello se acuerdan de escucharme

domingo, 14 de noviembre de 2010

Al amanecer

Al amanecer, despierto con palabras en mi mano, verdades de un sueño que intentó quedar en el olvido. Es por esto que sin pensarlo dos veces, despliego las palabras (que son como tarjetas) sobre la mesa de madera del comedor, y me aventuro al vano esfuerzo de intentar reconstruir la autodestrucción. Con mis ojos aún perezosos y algo pegoteados y sucios, llenos de lagañas duras propias del desvelo y con mi boca inoperante debido a mi condición de madrugador, me siento, me paro, me rasco el parietal derecho, fumo entre cinco o diez pensamientos (tal vez quince, y cuando estoy confundido, puedo llegar a fumar un atado), y cada tanto uno palabras. Formo frases y oraciones, distantes (alguna que otra vez) de los verdaderos hechos (ya sean de los sueños o de la realidad), más bien, estas oraciones se parecen más a mis sueños despiertos (o cuando simulo estarlo) que a otra cosa (cosa: Todo lo que tiene entidad, ya sea corporal o espiritual, natural o artificial, real o abstracta).



Y ya que el asecho floreció, la duda me ha vencido
Vuelvo a verte en mis sueños
Y me he puesto a preguntarle al vacío
Como si quisieras tenerme
Si en verdad estaba despierto o dormido,
Pero sabemos que el tiempo es oro
O la sensación de desentendimiento y surrealismo
Aunque hoy no hay oro para nosotros.
Eran reales en su plenitud de pensamiento.



Al amanecer de algunos amaneceres, sueño despertar junto al sol que prende fuego mis ojos e ipso facto despierto en la realidad con mi visión corrompida por la luz que me hizo ver algunos bonitos colores en lugares donde no sabía que podía existir color, como por ejemplo dentro de mis ojos (por no decir párpados) y con algo de esa sensación experimental mañanera del sin-saber-qué-hacer, que, como su nombre lo indica, nos deja sin saber con certeza qué queremos, debemos o necesitamos hacer. Es por esto que sin pensarlo dos veces, despliego las palabras (que son como tarjetas) sobre la mesa de madera del comedor, y me aventuro al vano esfuerzo de intentar reconstruir la autodestrucción.

martes, 19 de octubre de 2010

Dos, dos.

Incluso tomé fragmentos de mi irrealidad y los usé como excusa para que me leyeras. Arranqué de mis manos las palabras que sentía al tocarte para volcarlas en alguna hoja de tu cuaderno que usabas para escribir tus notas, esas que escribías en el 152 mientras ibas a ningún lugar y se te ocurrían distintas formas para criticar a la gente con una retórica exquisita, pero aún así no me leíste.
Hoy es demasiado tarde como para salir a buscarte, demasiado tarde.
Camino, camino, camino. Los pasos de quien me siguen ya no se escuchan, tal vez porque yo te estoy persiguiendo a vos.
Escribime una canción, un poema con música. Dos o cuatro acordes, no más que eso, pero decime con quién estoy hablando.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Dibujos

De lindos trazos, sobre un papel cualquiera, uno que sobraba del montón. Dibujé algunas aproximaciones a ideas, algunas frases, algunas palabras… que no eran para vos, pero de todas formas accediste a leer, simplemente porque querías hacerlo.
A punto de morir el núcleo principal de la gran historia, doy un último respiro y te agradezco.

16/09/2010
Dedicado a Martina Garibaldi

viernes, 10 de septiembre de 2010

Utilidades.

Más bien, la simple figura del globo en sí mismo, nos transmite alegría, júbilo. Tal vez sea por su característica forma de lágrima invertida, que en lugar de caer por nuestros cachetes (y me niego a usa la palabra "mejilla"), se eleva en un eterno jugueteo con y contra el viento hasta perderse en la nada. Sólo hay espacio en nuestra memoria para aquello que nos es útil, el resto vuela. No hay memoria para el mal.

domingo, 29 de agosto de 2010

Bajo la almohada

Se cayó del cielo (o de la cama), despertó (o revivió) y ya no era lo mismo. En su inmutable inconciencia, él estaba plenamente conciente de lo irreal, del sueño y de la mentira, del cielo y del infierno, de sus ojos y de los míos, lo de él y lo de ella, lo de nosotros, de lo que el tiempo se había llevado cuando simplemente se fue, sin aguantar más la locura.
Dicen que al encontrarlo estaba casi quieto, que necesitaba ayuda para respirar y casi no podía mirar a los ojos a nadie, pero lo más sorprendente, es que estaba en verdad casi quieto, casi moviéndose. Así que en realidad podríamos deducir que no estaba ni quieto ni en movimiento, sólo estaba ahí.
Antes de ir a dormir repasó su memoria, desplegó su mapa mental sobre las sábanas y cayó a su vez en la incertidumbre, en el mismo sueño de siempre, los mismos ojos, la misma mirada y la misma necesidad.

viernes, 16 de julio de 2010

De historias, leyendas y cuentos cortos.

Era una mamá, una mamá gorda, una de esas con la cintura marcada, con la boca bien abierta, siempre dispuesta a comer. Tenía seis hijas, seis razones por las cuales podía vivir, o dejar de hacerlo.
Era una fantasía que movía montañas, que hacía que todos se enamoraran de ellas, de sus hijas, de su madre, de ellas, del estilo, de su cintura, de su gordura de su boca bien, bien abierta, de su música.
Era lo que todos esperaban, lo que el viento quería escuchar, y que más tarde empezó a silbar, lo que la gente conocía, y lo que otros descubrían; fue de quienes la amaron y ahora es de muchos, una mujer pretenciosa que sabe elegir a sus masajistas, a sus acariciadores, que quienes la desean, en verdad la utilizan para conquistar otras cosas… mujeres, personas, amistades, lugares, fama, sabiduría.
Ella se enamoró de vos. Algunos le dicen guitarra, otros prefieren renombrarlas, mandarlas, exigirles. Ellos quieren otras cosas, pero vos y ella saben bien lo que quieren, se quieren conocer, se quieren amar, se quieren tocar todo el día. Y ella t exige que la hagas gritar, que le pegues, que la abraces, la acaricies, la toques, la hagas ser guitarra. Por algo te eligió a vos.
Ella es mi amante, es amante de muchos de nosotros, de muchos amigos, es mujer conocida por varios, que pasó por las manos de todos, pero por algo VOS sos su pareja, y no nosotros.

miércoles, 30 de junio de 2010

Intitulado

Un primerísimo primer plano de este mundo golpeado. Ni el mundo, ni la vida, ni las cosas en sí mismas son crueles, somos nosotros quienes decidimos cagarle al vida a los demás.

¿Y esa chica me gusta? Y sólo yo puedo romperle las pelotas para que me vea… ¿Le cago la vida? Realmente no lo creo, sólo altero el “orden lógico” de los hechos.




Y sólo un renglón separa ambas posturas.

jueves, 17 de junio de 2010

Vos y yo (capítulo IX)

IX





Ellos fueron poetas, o por lo menos así se vendían.
Por separado eran ingeniosos, pero vacíos, y sólo juntos lograban el arte.
Hay quienes dicen que los poetas son sólo aquellos que saben rimar, que conocen y disfrutan la métrica, y se burlan de quien no sabe el significado de asonante y consonante, pero tanto ella como él, sabían que eso era como un título comprado; después de todo, ¿Quién no tiene un libro en su casa? Todos sabemos teorías y somos capaces de aplicarla, pero sólo los poetas ven romance en unos labios arrugados que acarician una cuchara, o inspiración en un zapato maltratado y en su dueño de iguales condiciones. Y como sólo ellos lo hacían, viviendo como unos falsos bohemios, extrayendo material para sus obras de una media que les raspaba los pies mientras caminaban del brazo, durante esas largas noche de invierno; o de sus propias cabezas, cuando se admiraban el uno al otro con un pañuelo en la nariz, y sabiendo que sin duda alguna, el mundo nunca había apreciado tanta ternura, tanta belleza junta, en el preciso instante en el que se retrataban mentalmente. Y de esta manera componían sus mejores obras. Algo tan incitante, bruto y arrítmico como:

“Y tu nariz, suspiraba sonrisas,
esas que me robabas con tu juego tonto
y yo, hecho un iluso,
no paraba de mirar tus manos congeladas
con las que más tarde tocarías mi cara
buscando un beso
que en realidad no querías,
y que por eso rechazaste.”

Por eso les divierte una bolsa flotante, por eso y porque se aman. Se amaron desde que se conocieron, incluso cuando ellos lo negaron o quisieron mostrarse confundidos. Se amaron cuando se pelearon por que él como el ser humano más estúpido, se mintió alejándose de ella por otra mujer, y se aman ahora, cuando acaba de equivocarse de nuevo. Y estoy seguro que mañana cuando cada de uno ellos se levante de la cama, con esa lentitud que los caracteriza, cuando busquen debajo de sus camas un calzado que bien saben que no van a usar, y cuando se encuentren solos otra vez a la noche, dando vueltas en una gran cama vacía, se van a seguir amando.
Son poetas los que ven arte, los que lo dibujan, los que lo escriben, los que lo sienten. Y, voy a ser franco, si están enamorados, pero sólo si realmente aman a alguien como ellos se aman, entonces ustedes, por más que no sepan dibujar, escribir, leer, o lo que fuese, ustedes son poetas.

martes, 18 de mayo de 2010

ALGO de tanto y de vos.

Ya se cae porque hay demasiado de todo eso
tanto, tanto
como había de esos que ya no existen
pero había.

Y se rompía

Y todo se había roto,
ya estaba roto.

Pero caía de tu mano, de tu cara
de mi y de vos
brotaba como alegría pero con forma extraña
en el corazón de ellos.

Pero siempre se caía.
De todas formas, ahí estábamos.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Gente especial

–Somos gente especial -dijo entrecerrando los ojos y llevando la cabeza hacia atrás-, gente a la que le gusta reír, empaparnos de pies a cabeza cada vez que Dios decide bañarnos gratuitamente, mirar por la ventana, peinarnos y despeinarnos en un desesperado intento por pensar más, describir lo que pensamos moviendo las manos de arriba hacia abajo, sin decir mucho, pero acompañando el énfasis de cada palabra.
–¿Y eso qué tiene que ver? –le respondió encogiendo los hombros.
–Nada, pero no te das cuenta.
–¿Y de qué me tendría que dar cuenta?
–¿No es obvio? ¬¬–preguntó él entre sarcasmos–. Se nota que no sos como yo pensé que dijiste ser, pero se ve que yo compuse esa imagen en la cabeza… es más fácil ver lo que a uno le gusta que lo que en verdad existe –.
–Callate muerto de hambre, te la das de poeta de qué se yo, pero tenés que pensar las palabras para hablar. Los poetas aman lo que hablan, aman lo que dicen. Vos si no pensás cada palabrita, si no ponés esos detalles que te hacen parecer inteligente en cada oración no podés hablar. Esto es ser una poeta, jugársela, decir lo que uno piensa. No jugar a ser Cortázar.
–¿Ves? Vos sos como yo, boluda. Somos poetas.
–Vos no sos poeta.
–¿Por qué? –replicó frunciendo el seño–. Cada uno es lo que tiene ganas de ser, y yo quiero ser poeta.
–Uno no lo quiere, nace con eso –dijo ella mientras acomodaba su pelo hacia atrás–. Siempre pensé (y voy a seguir pensando), que cada uno es lo que la vida quiso que sea, no se trata de genes, ni de educación, ni de Dios ni del diablo. Se trata de ser uno mismo. Antes yo creía que era adoptada o no sé, algo de eso, nunca había podido entender por qué yo era así, la rara de la familia, la que le gustaba pintar, escribir y hacer esas cosas que hacemos.
–Yo cuando era chico pensaba que en mi casa era delito escribir, me escondía como si estuviera haciendo algo realmente malo… era toda un odisea escribir en paz.
–¿Por qué?
–Porque creemos lo que vemos, mis papás no hacían nada de esto, y supongo que los tuyos tampoco. Cosas que pasan… la vida
–La vie boheme.
–Exacto…
–¿Está lloviendo? –preguntó mirando al cielo.
–Uh, sí. ¡Y se viene con todo, eh!
–¿Nos quedamos?

martes, 11 de mayo de 2010

♥ Fulano y Mengana ♥

Y una respuesta inconcreta acaricia sus labios. Ya la había denudado con la mirada varias veces, y la había besado entre sueños, pero bien sé que este es el momento en que sabré si todo esto vale la pena. Soy una persona racional, no exijo mucho más que sinceridad, porque yo soy sincero, y así formo un círculo que yo mismo termino de cerrar.
Ahora sólo pido una respuesta elaborada a un cuento de pocas palabras, de retórica extrema, y una catálisis que se come a la historia. Y eso es lo que yo quería hacer, y lo que de ella esperaba, una respuesta corta que por más que no tuviese palabras, fuese algo. Una historia más importante que su discurso. Un algo que no es nada, pero que no tiene forma; porque nada no es la ausencia de todo, si no la ausencia de “algo”, algo que todavía no terminaba de existir.
Una criatura sin nombre verdadero, pero que la dibujan de un “sí”, un “no”, un “tal vez”. Otros saludos de hola y chau, otras exclamaciones o interrogaciones. Una mutilante señal de la nada misma, o del algo “algo”. Espero, sí, te espero. Varias veces e incluso en distintos momentos, pero ahora ya no espero más, sólo escucho… y ahora ya no oigo, por lo que determino un no a mis oídos, un no al resto de mi cabeza.
Espero (creo que espero) una respuesta que acaricia tu labio, que me besa la oreja, que ensordece mi mirada. Y te veo despertar entre mis brazos sólo para saber una respuesta que otras vez ya conocía.

Seguíamos siendo los mismos. No hay preguntas ni respuestas, sólo una historia.

domingo, 9 de mayo de 2010

Vos y yo (capítulo XV)

XV





Por momentos pensó que se había callado lo suficiente, pero la respiración aún distorsionaba el sonido del teléfono.
Por momentos quería cortar el teléfono, volver a la cama y soñar de nuevo con finales felices (que no sabe bien si existen o no).
Por un delicado momento, acarició el teléfono.
















Las voces del dolor suenan prudentemente vacías…


¿No?

Creí que era obvio.

Era más fácil NO hablar


Me lleva a pensar que era mentira.





MENTIRA.

viernes, 7 de mayo de 2010

Vos y yo (capítulo I)

I





A veces, con motivo suficiente, duda, cuestiona, piensa. Tal vez sea la desinteresada forma que tiene de llamar su atención, o la desganada sonrisa que se forma en su cara después de esas frases tontas que él dice creyendo ser divertido, y que para ella no significan más que un compromiso; pero él simplemente no puede dejar de imaginarse esto como un cuento que (tal vez) le sucede a otra persona en este preciso momento, con el simple fin de aislarlo de su cabeza aunque sea por un instante. Pero se hace difícil cuando a la noche no lo deja dormir en paz, o cuando tras unas horas de dar vueltas en la cama, como esas noches de verano en las que pesa sobre nosotros el arrepentimiento de no haber puesto cerca el ventilador y ya es inevitablemente exquisita la posición en que nos encontramos y que creemos que nos va a aliviar el calor, se escabulle misterioso y debilitado por una cortina que intenta velar unas horas más, un sol que al acariciar sus ojos, se transforma en el castigo de saber que a pesar del esfuerzo, a pesar de la tortura, él no puede evitar despertar y oler ese perfume corporal que no le dice nada, ese olor a ropa usada mezclada con un cigarrillo fumado hasta más no poder; que, él sabe bien, no es la fragancia que todo el mundo amaría, ni cumple con el estatus mínimo para ser considerado un perfume; pero a él no le importa, porque cuando lo huele, sus ojos gritan lágrimas… y la extraña; y recién ahí, se digna a admitir que es un nuevo día, que no son más que unas veinte o veintiún horas de sufrimiento hasta poder dormir de nuevo.
Aunque no siempre alcanza con sentir o pensar, él simplemente se retrae a creer. Cree que algún día va a significar más la razón que la lógica (esa misma lógica que él intenta disfrazar de razón), como ese cuestionamiento que en realidad no es cuestión, y no hace más que poner en velo de duda a nuestro sentido de la lógica y autocrítica. Y teme que ese sea su verdadero fin… porque no hay nada por hacer.
Ella no tiene ganas de amarlo.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Renacer

Pero de nuevo gritó que quería irse. “Cállate” le gritó el guardia, haciendo de su disposición física, no más que lo que podríamos esperar de un niño.
-Y así concluye esta transmisión de la radionovela “Bésame dos veces”-
Pero… ¿Sí estuve tanto tiempo dormido? No recuerdo haberme echado a la cama, ni tener una radio, de hecho, yo nunca tuve una radio siquiera. Simplemente no lo recuerdo.
De todas formas, volviendo a la realidad, ¿Dónde estoy? Esta no es mi casa, ni mi coche, esto no se parece a mí, no tiene mi estilo. Y yo realmente sé de estilo, es decir… eso es lo que yo estudié (o por lo menos quería/quiero estudiar). Ahora que lo pienso me convendría recordar esas cosas, digo, si de verdad quiero hacerlo otra vez.
De repente salgo de la cocina, pero en realidad, ya no estoy tampoco en mi cocina (porque yo no tengo cocina aún).
Ah, ahora recuerdo, otra vez me quedé a dormir en lo de mamá.
Qué delirante, a veces hablo de más.
“Entonces se levantó, y fue ahí, oh hermanitos míos, que percibió que unas extrañas manos lo tomaron por los pies, sus manitos se engancharon de las resbaladizas y pegajosas paredes… y comenzaron a extraerlo más y más fuerte y no importaba lo que él hiciera porque la fuerza lo superaba ampliamente y antes de que se pudiera dar cuenta ya estaba afuera de su refugio y estas condenadas manos que intentan mecerme suavemente y me pasan de mano en mano y me golpean en mi retaguardia que en realidad… Y su memoria se hizo humo”.

martes, 4 de mayo de 2010

Gloriosa Internet

-Tengo ganas de escribir otro, pero no quiero dejar de hablarte- contestó rápidamente mientras sacudía sus manos al aire, a un costado del teclado, aunque ella se hizo desear.
–No, no, realmente quiero escribir otro, pero no sé si tenga con qué- reafirmó. Pero ella aún no contestaba, claro que está en la naturaleza de las mujeres el silencio, ese instante en el que el hombre se pregunta para qué existe si sólo con esas hermosas máquinas horneadoras de bebés, podría el mundo ser un lugar más hermoso; esos segundos eternos en los que pensamos tantas cosas (que por supuesto no llegamos a decir por una cuestión lógica de tiempo, como cuando queremos decir un trabalenguas y las palabras se entrecruzan dentro de nuestra cabeza y nuestra propia lengua que pareciera enredarse entre los dientes y los labios y luego se nos vuelve a entrecruzar otro pensamiento (en este caso una risa) que se mete al campo de batalla y pelea por su pertenencia en la arena con todas sus fuerzas (acompañado obviamente por todas nuestros neuronas y nuestros músculos que exigen relajarse y contraerse en una sonrisa que denote toda nuestra alegría como cuando leemos en voz alta y buscamos una coma o un punto que nos calme por un momento pero es claro que esa coma no va a aparecer)). Aunque es sólo cuestión de uno o dos segundos más para darnos cuenta que, mientras pensábamos todo esto, nuestra mujer aún no había contestado, y claro, por la característica atención dispersa de los hombres, ahora puedo darme cuenta, que la sustancia pegajosa (que no mencioné en mi mente mientras pensaba en el eterno trabalenguas que jugaba a las peleas con mi risa interna, porque sino olvidaría mi filosófica visión sobre nuestras mentes) que había entre mis manos, no era ni más ni menos que sangre, sangre que por supuesto (¿cómo no lo había pensado antes?) derramó la incomunicación…



¿De qué incomunicación estoy halando? Me lastimé y en lugar de sanarme me perdí entre las teclas e ilógicos pensamientos (aunque sería más fácil echarle la culpa al tiempo o la computadora). Qué gloriosa Internet, espero que haya quedado grabado…

sábado, 1 de mayo de 2010

Infancia

-No tiene sentido seguir pidiendo perdón, yo ya te perdoné, ya está. Vamos a otra cosa… ¿Tanto te tenés que callar? Ya te dije cómo va esto, somos poetas, y vos (tan inferior) tenés un agujero negro en el pecho, el mismo que vos construiste. Te tendrías que parecer más a mi, siempre lo voy a decir, las ideas no mueren, son héroes; vos en cambio te diste el gusto de preparar tu cementerio de elefantes, donde ideas grandes y conocimientos únicos mueren cuando empezás a hablar, cuando empezás a creerte todo lo que te rodea…

- ¿Qué hacés? ¿No te das cuenta que no sabe ni caminar y vos la hablás así? ¿Cuándo vas a madurar?

viernes, 30 de abril de 2010

Arco-Iris

Daniel creía que el viento era de papel, y que tal vez pensando en voz alta, sus ideas quedarían eternizadas en el aire. Por supuesto que para eso, él necesitaba aislarse, o de otra forma, el cuento que cuentan las paredes, o las leyendas que vivió el pasto, también podrían calcarse en el viento y tal vez hasta mezclarse entre sus escritos.
Por eso, Daniel decidió irse, caer por un tiempo en un pozo que él mismo cavó, y acomodar su cabeza contra su almohada que, de manera muy astuta, tomó antes de salir de viaje.
Daniel era de los que les gusta pensar a los gritos (de manera que todos puedan saber que él está pensando), morirse por un rato mientras inventa colores en su cabeza, pero por sobre todo, a Daniel le fascinaba contar cuentos, pero que él mismo no estaba dispuesto a escribir. Por eso disputó con el viento, discutió con el fuego, debatió con el agua y finalmente acordó con la tierra contar historias sobre sus vidas, sus peleas y sus amores, a cambio de que ellos publicaran sus historias en la inmensidad del mar que se encuentra sobre nosotros (que por razones ajenas a nuestra sapiencia, por aquel entonces no tenía nombre, pero que hoy por hoy decidimos apodarlo “Cielo”).
Así fue como en el mundo se creó el clima, y así también como Daniel, agotado de contar las historias de la vida en el gran “Cielo” (sobre todo después de la gran discusión entre el fuego y el agua, pelea que aún no se ha resuelto), decidió ser más que un pensador o un cuentista, decidió que no sólo iba a pensar colores, sino, que él mismo iba a ser sus siete colores preferidos, en un solo gran y coloreado arco para así, poder tener mejor perspectiva de lo que sus cuentos hicieron sobre la tierra, una vez liberados del papel.

jueves, 29 de abril de 2010

Amor en limpio.

Supo de inmediato que se había equivocado. Pasó mucho tiempo antes de darse cuenta de lo que había hecho. Después de sobrevivir a la ducha y de cantar mientras se vestía, ya estaba listo para empezar todo de nuevo.
Comenzó con la violenta salida del agua por la regadera, mojándose la cabeza, y dejando que el resto del agua salpicara su cuerpo poco a poco. Se lavó bien las manos, para que no quedaran rastros, y ya que estaba refregó muy bien su cuerpo, como si quisiera limpiar todos los rincones de su humanidad. Se afilaba los dientes contra sí mismo, sus ojos derramaban locura y el izquierdo le titilaba cada tanto, un reflejo poco grato de un cuerpo cansado. Su cabeza empezaba a lastimarse por la fricción de sus dedos, y la negativa de pensar en el vacío no ayudaba a que el agua tan caliente no estuviese provocando quemaduras en su piel. Apagó los golpes del agua y apoyó contra su lastimado cuerpo una toalla que se encontraba junto a la ducha. Le dolió, pero estaba dispuesto a aguantarlo. Salió casi corriendo del baño, un poco encorvado, como escondido para que nadie lo viera, aunque no hubiese nadie. Entró a su habitación, se acomodó sobre su cama y se quedó sentado durante varios minutos mirando al horizonte, se tiró a descansar desnudo, sin importarle en verdad su condición de fragilidad física; completamente indefenso. Empezó a cantar una canción de amor (…) después un blues (…) después dejó de cantar. Admitió frente a su garganta que ya no podía hacerlo.
(…)
Salió de su habitación casi vestido, casi presentable. Bajó las escaleras y vio como su delicada alfombra, había sido manchada por los ensangrentados cuerpos de sus dos hijos varones. Tras la puerta, atada a la manija del horno, estaba su esposa, esforzándose por vivir, esforzándose por respirar. La tomó del pelo, y suavemente la redujo como a un animal domesticado, metió su cabeza al horno y encendió el gas. Extrañamente, o tal vez por el daño previo, no duró más de un minuto ahí adentro, después de eso, sus desesperadas patadas cesaron.
(…)
Supo de inmediato que se había equivocado. Pasó mucho tiempo antes de darse cuenta de lo que había hecho. Después de sobrevivir a la ducha y de cantar mientras se vestía, ya estaba listo para empezar todo de nuevo.

miércoles, 28 de abril de 2010

Traición (y doce segundos de incertidumbre)

Éramos doce los que esperábamos al Maestro. Ya habían pasado varios minutos, por lo que empezamos a preocuparnos de a poco. Murmullos. Miradas. Miedo.
Éramos doce los que esperábamos al Maestro, aunque bien sé que no todos querían estar allí, no todos querían escuchar sus enseñanzas, y se sentía en el aire, algo no estaba bien. La tensión comenzó a desgarrar entre los doce, y tan sólo un ojazo de más podía condenarnos al complot. Por el calor, la saliva rasgaba las paredes de la garganta, y por el hambre algunos se retorcían… Y al fin llega el Maestro, nos saluda con la calma que lo caracteriza, y nos mira uno por uno. El silencio nos compenetra al máximo, y nuestros cuerpos están ligeramente encorvados hacia delante, como esperando algo del Maestro. Él toma una silla con su mano derecha y la corre con ambas mientras nos observa a los doce al mismo tiempo, su omnisciencia era evidente. El Maestro se toma un momento antes de tomar asiento, como meditando cada uno de sus movimientos, el suficiente tiempo para que los nervios exploten… nuestro silencio genera ya mucho ruido, es realmente ensordecedor. Y finalmente el Maestro toma asiento. La traición era inminente.
Entonces el maestro Schunk lo supo, el alumno Núñez había puesto una chinche en su silla. Y ahora no queda más que sacar una hoja, hay prueba escrita para todos.