Desilusión de cuatro sentidos

El quinto se quedó durmiendo, y esperó a que lo despertasen para comenzar a romper su entorno. Así fue que ya no oyó, ya no escuchó, no olió, ni distingió más gustos... ahora sólo siente con sus manos lo que el tiempo le ofrece, y lo disfruta en carne propia.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Renacer

Pero de nuevo gritó que quería irse. “Cállate” le gritó el guardia, haciendo de su disposición física, no más que lo que podríamos esperar de un niño.
-Y así concluye esta transmisión de la radionovela “Bésame dos veces”-
Pero… ¿Sí estuve tanto tiempo dormido? No recuerdo haberme echado a la cama, ni tener una radio, de hecho, yo nunca tuve una radio siquiera. Simplemente no lo recuerdo.
De todas formas, volviendo a la realidad, ¿Dónde estoy? Esta no es mi casa, ni mi coche, esto no se parece a mí, no tiene mi estilo. Y yo realmente sé de estilo, es decir… eso es lo que yo estudié (o por lo menos quería/quiero estudiar). Ahora que lo pienso me convendría recordar esas cosas, digo, si de verdad quiero hacerlo otra vez.
De repente salgo de la cocina, pero en realidad, ya no estoy tampoco en mi cocina (porque yo no tengo cocina aún).
Ah, ahora recuerdo, otra vez me quedé a dormir en lo de mamá.
Qué delirante, a veces hablo de más.
“Entonces se levantó, y fue ahí, oh hermanitos míos, que percibió que unas extrañas manos lo tomaron por los pies, sus manitos se engancharon de las resbaladizas y pegajosas paredes… y comenzaron a extraerlo más y más fuerte y no importaba lo que él hiciera porque la fuerza lo superaba ampliamente y antes de que se pudiera dar cuenta ya estaba afuera de su refugio y estas condenadas manos que intentan mecerme suavemente y me pasan de mano en mano y me golpean en mi retaguardia que en realidad… Y su memoria se hizo humo”.

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