Desilusión de cuatro sentidos

El quinto se quedó durmiendo, y esperó a que lo despertasen para comenzar a romper su entorno. Así fue que ya no oyó, ya no escuchó, no olió, ni distingió más gustos... ahora sólo siente con sus manos lo que el tiempo le ofrece, y lo disfruta en carne propia.

martes, 18 de mayo de 2010

ALGO de tanto y de vos.

Ya se cae porque hay demasiado de todo eso
tanto, tanto
como había de esos que ya no existen
pero había.

Y se rompía

Y todo se había roto,
ya estaba roto.

Pero caía de tu mano, de tu cara
de mi y de vos
brotaba como alegría pero con forma extraña
en el corazón de ellos.

Pero siempre se caía.
De todas formas, ahí estábamos.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Gente especial

–Somos gente especial -dijo entrecerrando los ojos y llevando la cabeza hacia atrás-, gente a la que le gusta reír, empaparnos de pies a cabeza cada vez que Dios decide bañarnos gratuitamente, mirar por la ventana, peinarnos y despeinarnos en un desesperado intento por pensar más, describir lo que pensamos moviendo las manos de arriba hacia abajo, sin decir mucho, pero acompañando el énfasis de cada palabra.
–¿Y eso qué tiene que ver? –le respondió encogiendo los hombros.
–Nada, pero no te das cuenta.
–¿Y de qué me tendría que dar cuenta?
–¿No es obvio? ¬¬–preguntó él entre sarcasmos–. Se nota que no sos como yo pensé que dijiste ser, pero se ve que yo compuse esa imagen en la cabeza… es más fácil ver lo que a uno le gusta que lo que en verdad existe –.
–Callate muerto de hambre, te la das de poeta de qué se yo, pero tenés que pensar las palabras para hablar. Los poetas aman lo que hablan, aman lo que dicen. Vos si no pensás cada palabrita, si no ponés esos detalles que te hacen parecer inteligente en cada oración no podés hablar. Esto es ser una poeta, jugársela, decir lo que uno piensa. No jugar a ser Cortázar.
–¿Ves? Vos sos como yo, boluda. Somos poetas.
–Vos no sos poeta.
–¿Por qué? –replicó frunciendo el seño–. Cada uno es lo que tiene ganas de ser, y yo quiero ser poeta.
–Uno no lo quiere, nace con eso –dijo ella mientras acomodaba su pelo hacia atrás–. Siempre pensé (y voy a seguir pensando), que cada uno es lo que la vida quiso que sea, no se trata de genes, ni de educación, ni de Dios ni del diablo. Se trata de ser uno mismo. Antes yo creía que era adoptada o no sé, algo de eso, nunca había podido entender por qué yo era así, la rara de la familia, la que le gustaba pintar, escribir y hacer esas cosas que hacemos.
–Yo cuando era chico pensaba que en mi casa era delito escribir, me escondía como si estuviera haciendo algo realmente malo… era toda un odisea escribir en paz.
–¿Por qué?
–Porque creemos lo que vemos, mis papás no hacían nada de esto, y supongo que los tuyos tampoco. Cosas que pasan… la vida
–La vie boheme.
–Exacto…
–¿Está lloviendo? –preguntó mirando al cielo.
–Uh, sí. ¡Y se viene con todo, eh!
–¿Nos quedamos?

martes, 11 de mayo de 2010

♥ Fulano y Mengana ♥

Y una respuesta inconcreta acaricia sus labios. Ya la había denudado con la mirada varias veces, y la había besado entre sueños, pero bien sé que este es el momento en que sabré si todo esto vale la pena. Soy una persona racional, no exijo mucho más que sinceridad, porque yo soy sincero, y así formo un círculo que yo mismo termino de cerrar.
Ahora sólo pido una respuesta elaborada a un cuento de pocas palabras, de retórica extrema, y una catálisis que se come a la historia. Y eso es lo que yo quería hacer, y lo que de ella esperaba, una respuesta corta que por más que no tuviese palabras, fuese algo. Una historia más importante que su discurso. Un algo que no es nada, pero que no tiene forma; porque nada no es la ausencia de todo, si no la ausencia de “algo”, algo que todavía no terminaba de existir.
Una criatura sin nombre verdadero, pero que la dibujan de un “sí”, un “no”, un “tal vez”. Otros saludos de hola y chau, otras exclamaciones o interrogaciones. Una mutilante señal de la nada misma, o del algo “algo”. Espero, sí, te espero. Varias veces e incluso en distintos momentos, pero ahora ya no espero más, sólo escucho… y ahora ya no oigo, por lo que determino un no a mis oídos, un no al resto de mi cabeza.
Espero (creo que espero) una respuesta que acaricia tu labio, que me besa la oreja, que ensordece mi mirada. Y te veo despertar entre mis brazos sólo para saber una respuesta que otras vez ya conocía.

Seguíamos siendo los mismos. No hay preguntas ni respuestas, sólo una historia.

domingo, 9 de mayo de 2010

Vos y yo (capítulo XV)

XV





Por momentos pensó que se había callado lo suficiente, pero la respiración aún distorsionaba el sonido del teléfono.
Por momentos quería cortar el teléfono, volver a la cama y soñar de nuevo con finales felices (que no sabe bien si existen o no).
Por un delicado momento, acarició el teléfono.
















Las voces del dolor suenan prudentemente vacías…


¿No?

Creí que era obvio.

Era más fácil NO hablar


Me lleva a pensar que era mentira.





MENTIRA.

viernes, 7 de mayo de 2010

Vos y yo (capítulo I)

I





A veces, con motivo suficiente, duda, cuestiona, piensa. Tal vez sea la desinteresada forma que tiene de llamar su atención, o la desganada sonrisa que se forma en su cara después de esas frases tontas que él dice creyendo ser divertido, y que para ella no significan más que un compromiso; pero él simplemente no puede dejar de imaginarse esto como un cuento que (tal vez) le sucede a otra persona en este preciso momento, con el simple fin de aislarlo de su cabeza aunque sea por un instante. Pero se hace difícil cuando a la noche no lo deja dormir en paz, o cuando tras unas horas de dar vueltas en la cama, como esas noches de verano en las que pesa sobre nosotros el arrepentimiento de no haber puesto cerca el ventilador y ya es inevitablemente exquisita la posición en que nos encontramos y que creemos que nos va a aliviar el calor, se escabulle misterioso y debilitado por una cortina que intenta velar unas horas más, un sol que al acariciar sus ojos, se transforma en el castigo de saber que a pesar del esfuerzo, a pesar de la tortura, él no puede evitar despertar y oler ese perfume corporal que no le dice nada, ese olor a ropa usada mezclada con un cigarrillo fumado hasta más no poder; que, él sabe bien, no es la fragancia que todo el mundo amaría, ni cumple con el estatus mínimo para ser considerado un perfume; pero a él no le importa, porque cuando lo huele, sus ojos gritan lágrimas… y la extraña; y recién ahí, se digna a admitir que es un nuevo día, que no son más que unas veinte o veintiún horas de sufrimiento hasta poder dormir de nuevo.
Aunque no siempre alcanza con sentir o pensar, él simplemente se retrae a creer. Cree que algún día va a significar más la razón que la lógica (esa misma lógica que él intenta disfrazar de razón), como ese cuestionamiento que en realidad no es cuestión, y no hace más que poner en velo de duda a nuestro sentido de la lógica y autocrítica. Y teme que ese sea su verdadero fin… porque no hay nada por hacer.
Ella no tiene ganas de amarlo.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Renacer

Pero de nuevo gritó que quería irse. “Cállate” le gritó el guardia, haciendo de su disposición física, no más que lo que podríamos esperar de un niño.
-Y así concluye esta transmisión de la radionovela “Bésame dos veces”-
Pero… ¿Sí estuve tanto tiempo dormido? No recuerdo haberme echado a la cama, ni tener una radio, de hecho, yo nunca tuve una radio siquiera. Simplemente no lo recuerdo.
De todas formas, volviendo a la realidad, ¿Dónde estoy? Esta no es mi casa, ni mi coche, esto no se parece a mí, no tiene mi estilo. Y yo realmente sé de estilo, es decir… eso es lo que yo estudié (o por lo menos quería/quiero estudiar). Ahora que lo pienso me convendría recordar esas cosas, digo, si de verdad quiero hacerlo otra vez.
De repente salgo de la cocina, pero en realidad, ya no estoy tampoco en mi cocina (porque yo no tengo cocina aún).
Ah, ahora recuerdo, otra vez me quedé a dormir en lo de mamá.
Qué delirante, a veces hablo de más.
“Entonces se levantó, y fue ahí, oh hermanitos míos, que percibió que unas extrañas manos lo tomaron por los pies, sus manitos se engancharon de las resbaladizas y pegajosas paredes… y comenzaron a extraerlo más y más fuerte y no importaba lo que él hiciera porque la fuerza lo superaba ampliamente y antes de que se pudiera dar cuenta ya estaba afuera de su refugio y estas condenadas manos que intentan mecerme suavemente y me pasan de mano en mano y me golpean en mi retaguardia que en realidad… Y su memoria se hizo humo”.

martes, 4 de mayo de 2010

Gloriosa Internet

-Tengo ganas de escribir otro, pero no quiero dejar de hablarte- contestó rápidamente mientras sacudía sus manos al aire, a un costado del teclado, aunque ella se hizo desear.
–No, no, realmente quiero escribir otro, pero no sé si tenga con qué- reafirmó. Pero ella aún no contestaba, claro que está en la naturaleza de las mujeres el silencio, ese instante en el que el hombre se pregunta para qué existe si sólo con esas hermosas máquinas horneadoras de bebés, podría el mundo ser un lugar más hermoso; esos segundos eternos en los que pensamos tantas cosas (que por supuesto no llegamos a decir por una cuestión lógica de tiempo, como cuando queremos decir un trabalenguas y las palabras se entrecruzan dentro de nuestra cabeza y nuestra propia lengua que pareciera enredarse entre los dientes y los labios y luego se nos vuelve a entrecruzar otro pensamiento (en este caso una risa) que se mete al campo de batalla y pelea por su pertenencia en la arena con todas sus fuerzas (acompañado obviamente por todas nuestros neuronas y nuestros músculos que exigen relajarse y contraerse en una sonrisa que denote toda nuestra alegría como cuando leemos en voz alta y buscamos una coma o un punto que nos calme por un momento pero es claro que esa coma no va a aparecer)). Aunque es sólo cuestión de uno o dos segundos más para darnos cuenta que, mientras pensábamos todo esto, nuestra mujer aún no había contestado, y claro, por la característica atención dispersa de los hombres, ahora puedo darme cuenta, que la sustancia pegajosa (que no mencioné en mi mente mientras pensaba en el eterno trabalenguas que jugaba a las peleas con mi risa interna, porque sino olvidaría mi filosófica visión sobre nuestras mentes) que había entre mis manos, no era ni más ni menos que sangre, sangre que por supuesto (¿cómo no lo había pensado antes?) derramó la incomunicación…



¿De qué incomunicación estoy halando? Me lastimé y en lugar de sanarme me perdí entre las teclas e ilógicos pensamientos (aunque sería más fácil echarle la culpa al tiempo o la computadora). Qué gloriosa Internet, espero que haya quedado grabado…

sábado, 1 de mayo de 2010

Infancia

-No tiene sentido seguir pidiendo perdón, yo ya te perdoné, ya está. Vamos a otra cosa… ¿Tanto te tenés que callar? Ya te dije cómo va esto, somos poetas, y vos (tan inferior) tenés un agujero negro en el pecho, el mismo que vos construiste. Te tendrías que parecer más a mi, siempre lo voy a decir, las ideas no mueren, son héroes; vos en cambio te diste el gusto de preparar tu cementerio de elefantes, donde ideas grandes y conocimientos únicos mueren cuando empezás a hablar, cuando empezás a creerte todo lo que te rodea…

- ¿Qué hacés? ¿No te das cuenta que no sabe ni caminar y vos la hablás así? ¿Cuándo vas a madurar?