Desilusión de cuatro sentidos

El quinto se quedó durmiendo, y esperó a que lo despertasen para comenzar a romper su entorno. Así fue que ya no oyó, ya no escuchó, no olió, ni distingió más gustos... ahora sólo siente con sus manos lo que el tiempo le ofrece, y lo disfruta en carne propia.

martes, 19 de octubre de 2010

Dos, dos.

Incluso tomé fragmentos de mi irrealidad y los usé como excusa para que me leyeras. Arranqué de mis manos las palabras que sentía al tocarte para volcarlas en alguna hoja de tu cuaderno que usabas para escribir tus notas, esas que escribías en el 152 mientras ibas a ningún lugar y se te ocurrían distintas formas para criticar a la gente con una retórica exquisita, pero aún así no me leíste.
Hoy es demasiado tarde como para salir a buscarte, demasiado tarde.
Camino, camino, camino. Los pasos de quien me siguen ya no se escuchan, tal vez porque yo te estoy persiguiendo a vos.
Escribime una canción, un poema con música. Dos o cuatro acordes, no más que eso, pero decime con quién estoy hablando.