Sería difícil alejarme justo hoy, justo esta noche, por eso te lo advierto: Visitame cuando vos más quieras, cuando vos más creas necesario; yo estoy acá sentado, allá acostado, al lado tuyo.
No me gustaría despedirme de este día sin decirte que espero que ya te hayas dado cuenta que acá te esperan unas palabras, siempre, incluso antes, incluso cuando no te conocía.
No voy a despedirme sin decirte primero cuál es el color de tus ojos (que vos crees ya saber), sin decirte lo feliz que nos hace afrontar la realidad.
Sólo quiero darte este último consejo, y espero que al leerlo me lo repitas casi instantáneamente: "Hay que acostumbrarse a la inherencia".
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