Desilusión de cuatro sentidos

El quinto se quedó durmiendo, y esperó a que lo despertasen para comenzar a romper su entorno. Así fue que ya no oyó, ya no escuchó, no olió, ni distingió más gustos... ahora sólo siente con sus manos lo que el tiempo le ofrece, y lo disfruta en carne propia.

martes, 10 de diciembre de 2013

Fluoxetina

Pero si ya no te veo, ¿cómo saber que ya amaneció? Anoche escuchaba pasos en el comedor, en la cocina, y tu voz en mi mente. A veces confundo el sonido de las gotas que caen del grifo del baño, con las saladas lágrimas que llorabas al lado mío, el hueco sonido de tu dolor al golpear tan crudamente mis sábanas, mi cruda empatía antes tus huecos motivos para llorar. La depresión se apoderó de nosotros, a vos te destruyó, a mí sólo me hizo más fuerte. Después de ese abril enredado, de las deshoras, de nuestros bestiarios; la depresión nos hizo alejar. ¿Y qué sabor tenían tus pastillas, que tan dulcemente comías abriendo tus labios, tomando el agua, cerrando los ojos? ¿Cuál era el sabor de tu falsa alegría, de esa sonrisa narcótica que no miraba a ningún lugar? Cuánta tristeza me da recordarlo, saber que nuestras últimas alegrías fueron un engaño farmacéutico que tan a gusto asumiste. Abril, ya casi puedo verlo, el aroma que tenían tus labios al besarte, era el mismo sabor que recorría tu mente, qué triste mes, qué triste nombre, qué doloroso es saber que tu recuerdo se repite en la forma de la pastilla, en el sabor a mentira, en la sangre pavimentada, en el calendario, en aquella terraza de aquel barrio. Qué triste es saber que mi último recuerdo tuyo sea tan solo tu sonrisa, tu mirada al cielo, mi abrazo sin tu abrazo y una cruda y hueca sirena sonando de fondo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario